La vida y el diario de David Brainerd. Biblioteca de Clásicos Cristianos. Tomo 6

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Heraldo a los nativos americanos, muchos consideran al joven y apasionado David Brainerd como uno de los misioneros más importantes e influyentes de la historia del cristianismo. Esta influencia es debida a que este diario personal, editado y publicado por Jonathan Edwards, fue uno de los catalizadores del movimiento misionero moderno.

David Brainerd ha pasado a ser un pilar fundamental en la historia de la Iglesia, no por su osadía, su elocuencia, su eficacia como misionero, sus métodos evangelísticos, su salud física, su contextualización a su campo misionero, la longevidad de su carrera, ni incluso por sus frutos. De hecho, se podría afirmar que no sobresalió demasiado en ninguna de estas virtudes; no introdujo ninguna práctica revolucionaria a los métodos misioneros de su época, no llegó a aprender el idioma de los nativos americanos, a lo largo de su vida tuvo que batallar con depresiones muy profundas y con varios tipos de enfermedades, su carrera misionera acabó repentinamente tras menos de cuatro años en el campo, y aunque llegó a ver fruto, sus números no fueron muy distintos a los de sus compañeros o predecesores.

David Brainerd es el claro ejemplo de la verdad bíblica que Dios escogió lo necio, débil, vil y menospreciado de este mundo para avergonzar a los sabios y fuertes a fin de que nadie se jacte en su presencia (1 Corintios 1:26-29). Dios escogió a un David Brainerd que era huérfano, que fue expulsado de la prestigiosa universidad cristiana de Yale, sin estudios y extremadamente débil física y emocionalmente no solamente para llevarle el Evangelio a las tribus nativas americanas no alcanzadas, sino también para catalizar un movimiento misionero que acabaría cambiando el mundo. Uno de los mayores frutos de su vida fue un fruto que él no llegó a ver. Aunque sí que es verdad que decenas de almas nativas americanas hoy pueden estar celebrando a Dios en perfecto gozo gracias a la vida de Brainerd, otro fruto incalculable fue el impresionante legado que dejó en la tierra. Muchos consideran que Brainerd ha sido uno de los misioneros más importantes de la historia del cristianismo porque este diario fue uno de los catalizadores del movimiento misionero del siglo XIX. Se dice que Brainerd, sin saberlo, ha sido uno de los mayores movilizadores misioneros de la historia, ya que su vida inspiró a cientos de misioneros a dejarlo todo atrás con tal de extender el reino de Dios.

Hudson Taylor, Andrew Murray, Adoniram Judson, David Livingstone, Jim Elliot y miles de otros misioneros desconocidos han sido influenciados e impactados por "La Vida y el Diario de David Brainerd". A nivel personal, excluyendo la Biblia, no hay otro libro que me haya desafiado, impulsado, exhortado y animado tanto en la obra misionera y en mi peregrinaje individual como la vida y el diario de este bendito hombre.

Durante los últimos trescientos años, la Providencia Divina ha utilizado los tres años y medio del ministerio misionero de un joven débil e imperfecto para cambiar las vidas de miles de personas y enviar a creyentes comunes y corrientes a los confines de la tierra. Es mi oración que cada anotación del diario de este gran hombre de Dios sea de impacto para tu vida espiritual y que te puedas contagiar de la devoción de David Brainerd por Cristo y por su gloria.En sus 62 años de vida frenética y feliz, Chesterton escribió unos cuatro mil ensayos, alrededor de doscientos cuentos, cinco novelas, infinidad de artículos periodísticos, algunas obras de teatro y crónicas de viajes, centenares de poemas, un libro sobre la literatura de la época victoriana y otro sobre la historia de Inglaterra. Le gustaba también escribir biografías de personajes notables y emprendió la colosal empresa de convertir en literatura las vidas de Francisco de Asís, Tomás de Aquino, Robert Browning, William Blake, Geoffrey Chaucer, Charles Dickens o Robert Louis Stevenson. La infatigable pluma de Chesterton derramó alrededor de cien libros llenos de una vitalidad que siguen desencajando a creyentes e incrédulos, a lectores fieles y visitantes desprevenidos por igual.

1908 fue un año inquieto para Chesterton, que tenía ya treinta y cuatro años. En ese año de creatividad desbordante, publicó Ortodoxia, probablemente su escrito teológico más importante. Aunque aún le quedaban veintiocho años de vida y un sinfín de libros por escribir, su filosofía late ya con toda claridad en Ortodoxia, un texto clásico de la apologética y la espiritualidad cristiana, el relato de su insólito viaje del escepticismo a la fe. El dramaturgo Francisco Nieva dijo que este es el libro más optimista del siglo XX. El periodista y teólogo Philip Yancey confesó que, si además de la Biblia pudiera llevarse un libro a una isla desierta, llevaría sin dudas este.

Ortodoxia es la inocencia recuperada, es descubrir lo que ya había sido descubierto, es elegir estar en casa después de dar la vuelta al mundo y volver al lugar de partida. La filosofía de Chesterton es una respuesta potente al escepticismo que marcó su juventud y que sigue entenebreciendo nuestro mundo. Cuando empezó a dudar de la duda, se descubrió ya en camino a la ortodoxia. El pródigo tuvo que arrastrarse en el fango para aprender el valor de su hogar; Chesterton tuvo que toparse con la irracionalidad de los racionalistas y con el desprecio por la humanidad de los humanistas para volver a los brazos de su Padre.
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Description Heraldo a los nativos americanos, muchos consideran al joven y apasionado David Brainerd como uno de los misioneros más importantes e influyentes de la historia del cristianismo. Esta influencia es debida a que este diario personal, editado y publicado por Jonathan Edwards, fue uno de los catalizadores del movimiento misionero moderno.

David Brainerd ha pasado a ser un pilar fundamental en la historia de la Iglesia, no por su osadía, su elocuencia, su eficacia como misionero, sus métodos evangelísticos, su salud física, su contextualización a su campo misionero, la longevidad de su carrera, ni incluso por sus frutos. De hecho, se podría afirmar que no sobresalió demasiado en ninguna de estas virtudes; no introdujo ninguna práctica revolucionaria a los métodos misioneros de su época, no llegó a aprender el idioma de los nativos americanos, a lo largo de su vida tuvo que batallar con depresiones muy profundas y con varios tipos de enfermedades, su carrera misionera acabó repentinamente tras menos de cuatro años en el campo, y aunque llegó a ver fruto, sus números no fueron muy distintos a los de sus compañeros o predecesores.

David Brainerd es el claro ejemplo de la verdad bíblica que Dios escogió lo necio, débil, vil y menospreciado de este mundo para avergonzar a los sabios y fuertes a fin de que nadie se jacte en su presencia (1 Corintios 1:26-29). Dios escogió a un David Brainerd que era huérfano, que fue expulsado de la prestigiosa universidad cristiana de Yale, sin estudios y extremadamente débil física y emocionalmente no solamente para llevarle el Evangelio a las tribus nativas americanas no alcanzadas, sino también para catalizar un movimiento misionero que acabaría cambiando el mundo. Uno de los mayores frutos de su vida fue un fruto que él no llegó a ver. Aunque sí que es verdad que decenas de almas nativas americanas hoy pueden estar celebrando a Dios en perfecto gozo gracias a la vida de Brainerd, otro fruto incalculable fue el impresionante legado que dejó en la tierra. Muchos consideran que Brainerd ha sido uno de los misioneros más importantes de la historia del cristianismo porque este diario fue uno de los catalizadores del movimiento misionero del siglo XIX. Se dice que Brainerd, sin saberlo, ha sido uno de los mayores movilizadores misioneros de la historia, ya que su vida inspiró a cientos de misioneros a dejarlo todo atrás con tal de extender el reino de Dios.

Hudson Taylor, Andrew Murray, Adoniram Judson, David Livingstone, Jim Elliot y miles de otros misioneros desconocidos han sido influenciados e impactados por "La Vida y el Diario de David Brainerd". A nivel personal, excluyendo la Biblia, no hay otro libro que me haya desafiado, impulsado, exhortado y animado tanto en la obra misionera y en mi peregrinaje individual como la vida y el diario de este bendito hombre.

Durante los últimos trescientos años, la Providencia Divina ha utilizado los tres años y medio del ministerio misionero de un joven débil e imperfecto para cambiar las vidas de miles de personas y enviar a creyentes comunes y corrientes a los confines de la tierra. Es mi oración que cada anotación del diario de este gran hombre de Dios sea de impacto para tu vida espiritual y que te puedas contagiar de la devoción de David Brainerd por Cristo y por su gloria.En sus 62 años de vida frenética y feliz, Chesterton escribió unos cuatro mil ensayos, alrededor de doscientos cuentos, cinco novelas, infinidad de artículos periodísticos, algunas obras de teatro y crónicas de viajes, centenares de poemas, un libro sobre la literatura de la época victoriana y otro sobre la historia de Inglaterra. Le gustaba también escribir biografías de personajes notables y emprendió la colosal empresa de convertir en literatura las vidas de Francisco de Asís, Tomás de Aquino, Robert Browning, William Blake, Geoffrey Chaucer, Charles Dickens o Robert Louis Stevenson. La infatigable pluma de Chesterton derramó alrededor de cien libros llenos de una vitalidad que siguen desencajando a creyentes e incrédulos, a lectores fieles y visitantes desprevenidos por igual.

1908 fue un año inquieto para Chesterton, que tenía ya treinta y cuatro años. En ese año de creatividad desbordante, publicó Ortodoxia, probablemente su escrito teológico más importante. Aunque aún le quedaban veintiocho años de vida y un sinfín de libros por escribir, su filosofía late ya con toda claridad en Ortodoxia, un texto clásico de la apologética y la espiritualidad cristiana, el relato de su insólito viaje del escepticismo a la fe. El dramaturgo Francisco Nieva dijo que este es el libro más optimista del siglo XX. El periodista y teólogo Philip Yancey confesó que, si además de la Biblia pudiera llevarse un libro a una isla desierta, llevaría sin dudas este.

Ortodoxia es la inocencia recuperada, es descubrir lo que ya había sido descubierto, es elegir estar en casa después de dar la vuelta al mundo y volver al lugar de partida. La filosofía de Chesterton es una respuesta potente al escepticismo que marcó su juventud y que sigue entenebreciendo nuestro mundo. Cuando empezó a dudar de la duda, se descubrió ya en camino a la ortodoxia. El pródigo tuvo que arrastrarse en el fango para aprender el valor de su hogar; Chesterton tuvo que toparse con la irracionalidad de los racionalistas y con el desprecio por la humanidad de los humanistas para volver a los brazos de su Padre.
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